Los héroes de la pandemia dieron un paso al frente en 2020 y ahora piden a los líderes mundiales que hagan lo mismo

29 mayo, 2025

En Ginebra está a punto de producirse un momento decisivo para la salud mundial.

La Asamblea Mundial de la Salud se reúne desde este lunes y durante toda la semana para negociar el Tratado de Preparación ante una Pandemia, un documento nacido de los catastróficos fracasos y las frágiles victorias de la pandemia COVID-19.

El texto del tratado promete información compartida, acceso equitativo a las vacunas y los tratamientos, y sistemas sanitarios más fuertes, todo lo cual resuena profundamente en las personas que vivieron lo peor.

En 2020, en el punto álgido de la pandemia mundial, Noticias ONU habló con muchos de los héroes anónimos que se enfrentaron a retos imposibles con valentía y determinación, entre ellos médicos, trabajadores comunitarios, una periodista, un joven voluntario y un líder indígena.

Estaban agotados, asustados, esperanzados y decididos. Hoy, cinco años después, llevan las cicatrices y la sabiduría de aquella lucha.

Volvimos a ellos, y sus reflexiones nos recuerdan lo que está en juego.

Margarita Castrillón, pediatra, Buenos Aires, Argentina

En 2020, la doctora Margarita Castrillón, pediatra colombiana residente en Buenos Aires, se vio obligada a asumir mucho más que su trabajo clínico habitual.

Cuando el COVID-19 arrasó Argentina, se ofreció como voluntaria para trabajar también en el transporte médico de urgencia, viajando en ambulancias para trasladar a pacientes, muchos de ellos sospechosos de tener el virus, a hospitales de toda la ciudad.

Después de uno de esos largos y agotadores turnos, vio un cartel escrito a mano pegado en el ascensor de su edificio.

Decía: “Soy Victoria, de la séptima planta. Si necesitas comida o ayuda, llama a mi timbre”, recuerda. “Ese gesto me llenó el alma después de un día tan duro de trabajo. Me marcó. Pensé: ‘la gente buena supera a la mala’. La empatía estaba ganando”.

La doctora Castrillón desempeñaba múltiples funciones: clínica, ambulancia, docencia en la universidad, todo ello mientras criaba a su hija pequeña. “Fue brutal. Miro atrás y me dan ganas de llorar. No sé si sería tan valiente si me volviera a pasar. Todos los días salía de casa aterrorizada”.

El recuerdo del calor veraniego de Buenos Aires bajo trajes de protección total permanece con ella. “Éramos héroes sin capa y sin un sueldo justo. Trabajábamos 24 horas, cubriendo a compañeros enfermos, sin poder comer ni hablar juntos”.

Pero la experiencia le dio un regalo inesperado. “Enseñé a mi hija a leer, escribir y hacer cuentas en casa. Me hizo mejor madre. Valoré más que nunca la familia y la verdadera amistad”.

Su rutina médica también cambió para siempre. “Ahora llevo mascarilla con todos los pacientes. Nos protege a los dos. Y las estaciones de desinfección de manos en los hospitales son ahora permanentes”.

Sobre el próximo pacto mundial, se muestra firme: “Necesitamos colaboración y amor por la gente a nivel gubernamental. Hemos vivido un infierno. Algunos compañeros aún sufren ataques de pánico. El reconocimiento y una remuneración justa son esenciales para mantener fuertes los sistemas sanitarios”.

Evgeny Pinelis, médico de cuidados intensivos, Brooklyn, Nueva York

Cuando hablamos por primera vez con el doctor Evgeny Pinelis en la primavera de 2020, estaba inmerso en la abrumadora primera ola de COVID de Nueva York.

“Nuestro primer paciente grave llegó el 7 de marzo. A finales de mes, teníamos más de cuarenta camas de UCI llenas”, recordó. Las enfermeras de la UCI se vieron forzadas a sobrepasar los límites de seguridad, atendiendo hasta a cinco pacientes críticos a la vez.

Los equipos de protección escaseaban tanto que compró suministros con su propio dinero, mientras los voluntarios se apresuraban a donar equipos, algunos sin certificar, pero “mejor que nada”.

Espero que no haya una próxima vez, porque no estoy seguro de que estemos realmente preparados.

A lo largo de la crisis, el doctor Pinelis compartió mensajes en las redes sociales, relatando el caos con honestidad y cautela. “Una mañana me desperté con miles de nuevos seguidores”, cuenta.

Cinco años después, su reflexión es aleccionadora. “Sólo puedo hablar de esto desde la perspectiva de un médico habitual de cuidados intensivos. Y si tuviera que resumirlo, diría que me di cuenta de que estoy preparado, si es necesario, para trabajar mucho más allá de lo normal y hacer todo lo posible ante una enfermedad mal entendida que no sabíamos muy bien cómo tratar”.

La reacción del público, dice, fue dispar. “Por un lado, hubo voluntarios, apoyo y solidaridad”.

“Pero por otro, hubo teorías conspirativas, quejas por cosas tan triviales como el cierre de los teatros y, a veces, incluso hostilidad hacia los profesionales médicos y los científicos”.

En los primeros días de la pandemia, el positivismo parecía imponerse. “Pero al cabo de un mes o así, la negatividad empezó a dominar”, afirma. “Tuvimos suerte de que la enfermedad resultara no ser altamente letal”.

En cuanto a la preparación hoy en día, el doctor Pinelis sigue siendo cauto: “Estar menos preparados de lo que estábamos en Nueva York es difícil de imaginar, así que sí, podemos y debemos estar mejor preparados. Pero parece que las lecciones aprendidas no fueron las que esperábamos. Y espero que no haya una próxima vez, porque no estoy seguro de que estemos realmente preparados”.

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